Los cuatro síntomas que avisan de una posible intolerancia a la lactosa
Cuando se acude al médico para solicitar un test de intolerancia a la lactosa lo habitual es que el médico haga una serie de preguntas para ver si puede existir realmente la intolerancia o si, por el contrario, puede haber otro problema digestivo diferente, como el colon irritable. Estos son algunos de los síntomas que el médico va a buscar en el paciente.
#1 Se mejora cuando se deja de consumir productos que contienen lactosa:
Es, sin duda alguna, el síntoma más claro de una intolerancia a la lactosa. Cuando se hace una dieta libre de este azúcar, la persona se siente mejor y deja de tener molestias intestinales.
Por este motivo, antes de realizar el test el doctor puede pedir al paciente que haga una dieta sin lactosa durante dos o tres semanas para ver si se siente mejor o persisten las molestias.
#2 Se sufren diarreas y gases cuando se toma un producto que contiene lactosa:
la reacción suele ser casi inmediata o se produce al cabo de solo un par de horas. La persona que ha tomado productos con lactosa suele notar que el vientre se le inflama, puede tener retortijones de barriga, algunas veces muy doloroso y puede sentir un malestar general.
Normalmente, sufren una diarrea que hace que limpien el cuerpo y se sientan un poco más aliviados aunque los gases pueden durar incluso varios días.
#3 Heces flotantes: algo que suele llamar la atención de los intolerantes a la lactosa.
Cuando van al baño lo hace con diarreas explosivas si han consumido algo no apto, pero algunos no tienen una intolerancia tan fuerte y solo sienten gases y un ligero malestar.
Pero cuando van al baño, notan que las heces flotan en el agua. Esto es un síntoma de mala digestión que, entre otras causas, puede tener la de la intolerancia a la lactosa.
#4 En ocasiones, sin saber muy bien la razón, se sufre un cansancio excesivo y sin motivo aparente:
La intolerancia a la lactosa no solo produce síntomas gastrointestinales.
En ocasiones puede causar fatiga y esto es debido a los daños que las diarreas causadas por la intolerancia acaban por producir en la flora intestinal. Muchos intolerantes no sienten jamás esta fatiga, pero otros se quejan de que la notan cuando abusan de productos lácteos, incluso los que ponen que son sin lactosa.
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